¡HAY QUE PONERSE EN BÚSQUEDA!
Dios habla
¡Hay que ponerse en búsqueda! Dios habla a través de distintos signos, hay que aprender a escucharle, a descifrar su "clave". Uno de los grandes retos en la vida es el de encontrar el lugar al que nos sentimos llamados.
¡Pues claro que no somos súper-héroes!, o al menos no hemos de poner esa excusa, porque a veces por miedo a decir sí, lo hacemos y creemos quedar tranquilos.
Hemos encontrado lo que buscábamos sin necesidad de entregar el currículo vitae a un montón de empresas; porque nuestra vida, nuestro camino es de sobra conocido por Dios, ya estamos “fichados” y no es necesario que pongamos cosas bonitas para rellenar el papel, porque es así como Dios nos quiere, tal cual somos.
Hemos tropezado con la felicidad, la encontramos... no la dejemos escapar. La vocación es llamada al servicio de la comunidad, a trabajar en la viña, en el mundo. Hay distintas posibilidades, en puestos diferentes. Hay muchas tareas a realizar, ya que cada uno tiene diferentes dones que le han sido dados para poner al servicio de todos (Efesios 4, 1-13).
¿Cómo? Cada uno tenemos caminos diferentes pero es eso mismo, lo que hace que podamos enriquecernos los unos de los otros. Recuerda que el camino lo hacemos solos, es decir, que nadie decidirá por ti y que has de ser tú la que escriba su propia historia. ¿Cómo?, pues tienes dos posibilidades, o quieres o no quieres, por eso, o bien te decides a coger la pluma o tal vez te conformes con hacer una copia:
Una de las tantas posibilidades puede ser ésta: Coge la pluma y ponte a escribir... es decir, encuentra un momento en el que puedas disfrutar de un encuentro contigo mismo. ¡Coge la pluma y escribe tú...! Intenta desvelar el misterio cogiendo pluma y papel transparente, donde ojos abiertos o cerrados, cualquiera que sea su fondo, pueda transmitir el mensaje de la búsqueda de una “locura”.
Bueno... es otra de las tantas posibilidades, pero recuerda que “hacer copia” es igual que vivir a medias y esta forma de vivir nunca te llevará a un encuentro profundo y real de ti, sino a una ausencia de felicidad.
La vocación no es un sentimiento difuso, ni unas ganas de hacer algo bello, la vocación pasa por la verdad, por la entrega y por la renuncia. El juego al sí y al no, el juego a la afirmación y a la duda, el juego hacia delante y hacia atrás... no es seguridad de nada en el seguimiento de Jesús. La duda eterna, siempre lleva al “no” claro.
¡Pero claro! La barca... tiene que dejar a la persona libre, sin amarras... eso es lo maravilloso, ¿no crees?.
Mira, te propongo algo, y es algo muy sencillo, búscate un momento en el que sólo estés tú, un tiempo en el que seas tú el protagonista. Búscate, encuéntrate, valora... y fíjate, te lo pongo más fácil, hazlo en un momento en el que te sientas tranquila, en el que desees otra cosa que no sea ruido y ajetreo. Sal en la noche, mira al cielo y cuenta las estrellas... es algo que ya hizo Abraham (Gn 15, 5). Levantar la vista al cielo, es algo más que un simple gesto, es querer hacerlo, es anhelar algo que estás buscando, es contraposición entre quién tiene un corazón capaz de mirar en alto y quién por el contrario permanece con el corazón duro. Cuando me levanto del sillón para buscar un vaso de agua, no es simplemente porque me gusta, sino porque lo necesito. Pues de igual modo, cuando realmente necesitamos darle otro sentido a nuestra vida... buscamos el modo.
Coge la barca, sí, aquella que no tiene amarras, la que te permite navegar según tu querer, puede ser una barca sobre la mar serena o tal vez sea golpeada contra las rocas, también podría ser una barca a la deriva o en mar abierto... pero de todas formas será una barca en tempestad y bonanza a la vez. Coge el timón de tu vida y escoge rumbo: norte o sur, este u oeste... pero déjate llevar por las olas, ellas te llevarán a tierra.